Las emociones nos pueden incentivar e impulsar hacia el logro de un objetivo, o bien nos pueden confundir o hasta paralizar, obstaculizando el alcance de nuestras metas. Son de origen genético y compañeras inseparables que coexisten en nosotros en mayor o menor medida. Reprimirlas, ocultarlas o negarlas no elimina su existencia, quedar a su merced nos llevaría a actuar como seres irracionales; lo sensato es conciliar con ellas, reconocerlas en nosotros, identificarlas y manejarlas en beneficio propio. Nuestro Coeficiente intelectual puede ser muy alto, el conocimiento y la experiencia en un área, insuperables, pero de no controlar nuestra emocionalidad o manejarnos inadecuadamente en el plano interpersonal, el camino al éxito se torna difícil y las metas, distantes e inalcanzables. Elevar nuestro coeficiente emocional es factible con disposición y entrenamiento.
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